Por: Luis Loera
La jornada de protestas y bloqueos carreteros que paralizó buena parte del país este lunes 24 de noviembre se ha convertido en el primer gran desafío y punto de quiebre para la joven administración de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
Transportistas y campesinos mantuvieron bloqueos viales durante prácticamente todo el día, exigiendo una respuesta contundente a la imparable inseguridad, extorsión y secuestro que sufren en las carreteras y zonas rurales, así como mejores condiciones económicas para el sector agrícola.
El descontento, escaló sin una atención oficial directa, el gobierno federal intentó inicialmente desactivar la tensión mediante comunicados oficiales distribuidos por redes sociales, principalmente Facebook. Sin embargo, estos esfuerzos de comunicación digital fueron insuficientes, desmentidos y se percibieron como una minimización del problema. No hubo acercamiento de las autoridades con las organizaciones de afectados, lo que generó un sentimiento de abandono. La falta de diálogo y la nula atención a las demandas de las asociaciones exhibieron la nula atención y/o represión que viven los afectados.
Fiel a una costumbre que ya le es característica, la presidenta Sheinbaum respondió a la crisis no con un plan de acción, sino con una acusación directa a la oposición. Afirmó que el movimiento fue «orquestado» por el Partido Acción Nacional (PAN), asegurando que los manifestantes no son campesinos ni transportistas auténticos. Si bien esta estrategia política busca deslegitimar la protesta, la realidad de las demandas es innegable, la inseguridad contra transportistas y la crisis económica del sector agrícola son hechos verídicos que siguen sin solución.
Más allá de quién promovió el paro, si fue el PAN, esto representa un foco rojo para el sexenio, exponiendo la capacidad de la oposición para movilizar el descontento a la presidenta, lo cierto es que la administración federal enfrenta un problema de credibilidad y resultados en materia de seguridad. No existe evidencia palpable de que la inseguridad en carreteras vaya a la baja. Las extorsiones y secuestros siguen siendo una realidad cotidiana para quienes operan el transporte de carga. Los agricultores y campesinos no ven el reflejo económico de su trabajo, sintiéndose olvidados por las políticas públicas.
Para los ciudadanos, y para quienes dependen de las cadenas productivas del país, la prioridad no es la identidad del organizador, sino la solución inmediata a la ola de violencia e inestabilidad económica que ahoga al país. Este bloqueo ha marcado un antes y un después, forzando al gobierno a confrontar una realidad que ya no puede ser ocultada… entonces, buscar quien promovió el paro, es lo de menos.
