Cada diciembre, la carretera 57 se convierte en la unión del Altiplano potosino con el sueño americano. Para miles de familias de Matehuala, el regreso de los paisanos es la promesa anual de reencuentro. Sin embargo, detrás de la euforia y la derrama económica, se esconde la desconexión de las nuevas generaciones, una amenaza que ha pasado desapercibida.

​El vínculo de los hijos y nietos nacidos y criados en Estados Unidos con la tierra de sus ancestros se debilita cada año con el riesgo de que se acabe la tradición del regreso navideño

​Para la generación que migró, el viaje de regreso es una necesidad emocional que justifica dejar trabajos, arriesgarse en la carretera. Y gastar dólares es un sacrificio para volver y respirar el aire del lugar que los vio nacer. Mientras que las nuevas generaciones oriundas de Estados Unidos, estar en la tierra de sus padres o abuelos es solo un viaje de vacaciones.

​Es precisamente esta percepción la que enciende las alarmas. Para los jóvenes de la Generación Z y millennials binacionales, Matehuala no es el hogar, sino un destino turístico familiar que compite con otras opciones de vacaciones.

​Los jóvenes que hoy tienen entre 15 y 25 años han crecido sin el conflicto cultural de sus padres. Han dominado el inglés, sus amistades son principalmente estadounidenses y sus referentes, desde influencers hasta la música no se limitan a un amor dividido entre México y Estados Unidos.

El viaje ya no es una peregrinación, sino una obligación familiar que interfiere con sus propios planes, vacaciones o trabajos. Los sacrificios económicos y de tiempo que hacen sus padres, ya no tienen el mismo valor sentimental para ellos.

​Aunque las videollamadas y las redes sociales han mantenido el contacto familiar, también han creado una falsa sensación de cercanía. Los jóvenes ya vieron la casa, ya vieron el jardín, ya vieron la plaza en sus teléfonos. La sorpresa y el factor «tierra natal» se diluyen.

​Si esta tendencia de desapego generacional se mantiene, quizás en una o dos décadas, el regreso anual podría reducirse a visitas esporádicas y menos numerosas, poniendo en jaque la económica que se inyecta a la región cada fin de año.

Por EditorWeb