Aunque el año 2027 parece lejano en el calendario, las campañas electorales en Matehuala ya han comenzado, no con mítines y discursos, sino con una estrategia sigilosa que parece más un juego de ajedrez. Los principales partidos políticos locales, en lugar de mostrar sus piezas abiertamente, se mueven con cautela, esperando el momento oportuno para dar la estocada final. La táctica es clara: no revelar sus cartas para evitar sanciones o, peor aún, que un movimiento en falso sea aprovechado por el adversario.
En este tablero político, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) ha tomado la iniciativa. Su estrategia actual no se centra en una figura visible, sino en la construcción de bases sólidas a través de los comités municipales. Saben que el poder local se cimenta desde abajo, y están trabajando en el fortalecimiento de su estructura para tener una red de apoyo lista para cuando se declare el inicio formal de las campañas. Es una movida de peón, silenciosa y paciente, que busca asegurar el control del territorio.
Por su parte, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) busca su renacimiento. La pieza clave en este resurgimiento es Raymundo García Olivares, quien parece haberse posicionado como el acomodador de piezas en el tricolor. Su labor no es la de un precandidato, sino la de un estratega que evalúa el tablero y decide quién debe moverse y en qué dirección. El PRI, con su pasado de poderío, sabe que no puede permitirse un paso en falso, y está confiando en la experiencia de García Olivares para armar la jugada perfecta que los devuelva al protagonismo.
El Partido Acción Nacional (PAN), en un movimiento más arriesgado, está lanzando señales de coqueteo hacia el PVEM. Esta no es una simple alianza, sino un movimiento calculado para medir la posibilidad de unir fuerzas ante un panorama político que se vislumbra competitivo. Es una movida de torre que busca el enroque, un pacto que podría cambiar las reglas del juego y dejar fuera a los demás contendientes. El PAN y el Verde observan sus movimientos muy de cerca, esperando una oportunidad para establecer una colaboración estratégica que les beneficie a ambos.
En Movimiento Ciudadano, la partida parece tener ya una reina definida. Erika Quiroz ha emergido como la figura central del partido en la región, con una relación cercana y de confianza con el coordinador estatal, Marco Gama. A diferencia de otros partidos, donde las figuras se mueven con cautela, Quiroz ya se ha posicionado como la consentida del líder estatal, lo que le da una ventaja estratégica sobre todo pensando en la equidad de género. Su presencia ya es un factor a considerar y, a pesar de que no se ha declarado nada oficial, el ajedrez de su partido ya tiene una pieza central que no se esconde, sino que se alista para el ataque.
Finalmente, Morena, con su dirigente estatal Rita Ozalia Rodríguez, parece estar en una fase de constante correteo más que de estrategia definida. Sus movimientos, dan la impresión de ser poco coordinados. A estas alturas y con la presunción de que no necesita alianzas, lo cierto es que en Matehuala hay pocos morenistas y ni la presidenta Claudia sirve de ancla para ser un partido independiente.
Mientras los partidos y sus figuras se mueven con extrema cautela en la sombra, el tablero político de Matehuala está lejos de estar inactivo. La verdadera campaña electoral ya ha comenzado, y el primer partido que revele sus cartas antes de tiempo podría ser el primero en recibir la estocada.