El altiplano potosino, una región que por años se consideró ajena a los riesgos sísmicos, hoy se enfrenta a un nuevo panorama. El simulacro nacional, que alguna vez fue un evento rutinario, se ha convertido en un recordatorio de que la prevención ya no es una opción, sino una necesidad.

Históricamente, los sismos no eran una preocupación para los habitantes de esta zona del estado, sin embargo, en los últimos años, Matehuala y Guadalcázar han experimentado movimientos de tierra que han encendido las alarmas. Este fenómeno, sumado a la aparición de socavones en Matehuala, sugiere un reblandecimiento del subsuelo que, según expertos, podría estar relacionado con los eventos telúricos.

El punto que más ha preocupado llegó en marzo de 2025, cuando un sismo en Guadalcázar provocó daños estructurales en varias viviendas, dejando cuarteaduras visibles en sus paredes. Este suceso, que en el pasado podría haber pasado desapercibido, hoy demuestra que la actividad sísmica en la región está afectando la infraestructura y que la sensibilidad ha incrementado.

El simulacro nacional, más que un ejercicio técnico y de conmemoración del sismo de 1985 en la Ciudad de México, es ahora un llamado a la acción. Es un parteaguas que obliga a reconocer que la tierra en el altiplano se está moviendo con mayor frecuencia e intensidad. Las autoridades y la población deben tomar conciencia de que la preparación y la cultura de la prevención son la única manera de reducir los riesgos y proteger la integridad y sus bienes.

Por EditorWeb