Durante años, el tramo de la Carretera Federal 57 San Luis Potosí – Matehuala ha sido conocido como una «trampa mortal». Cifras oficiales son alarmantes pues este segmento registra un promedio de casi 100 accidentes anuales. Un 22% de siniestros que ocurren en todas las carreteras federales que atraviesan el estado potosino se presentan en esta ruta.

La saturación de tráfico pesado, la falta de espacio en la vía y las imprudencias al rebasar han cobrado la vida de decenas de víctimas.

​Ahora, la nueva autopista SLP-Matehuala, promete ser la solución definitiva a esta emergencia vial. Pero, ¿es realmente una garantía de seguridad, o se corre el riesgo de convertir el problema en una nueva tentación para los conductores?

​La principal ventaja de la nueva autopista radica en su diseño de vanguardia que desahogará gran parte del tráfico de largo recorrido, mejorando la fluidez y reduciendo la congestión.

​Sin embargo, la seguridad vial es un sistema que depende solo en un pequeño porcentaje de la infraestructura. El factor principal para la seguridad es el comportamiento humano, y una carretera nueva, recta y de alta calidad puede aumentar el peligro si no se usa de forma responsable.

​El riesgo principal es que una infraestructura diseñada para la eficiencia sea convertida en una autopromoción del exceso de velocidad. Si existen conductores imprudentes, los accidentes por distracción, fatiga o alta velocidad persistirán.

​La solución no es solo de ingeniería, sino también de cultura vial y estricta vigilancia. Para que la nueva autopista cumpla su promesa de seguridad, debe estar acompañada de medidas complementarias como radares y vigilancia continua para contrarrestar el efecto de conductores irresponsables.

​La nueva autopista SLP-Matehuala es una obra necesaria y un respiro para miles de viajeros, pero su éxito en salvar vidas depende de la responsabilidad del usuario y el respeto a las señales de seguridad.

Por EditorWeb