La carretera 57, en su tramo entre San Luis Potosí y Matehuala, se ha consolidado como un «zona roja» de accidentes viales, un peligro constante que los transportistas viven. Sin embargo, un fenómeno igual de preocupante ha tomado fuerza en esta misma vía es la rapiña. Lo que antes era un robo ocasional, ahora se ha convertido en un acto masivo y organizado que opera con rapidez tras cada siniestro.
Para los conductores, un choque o volcadura ya no solo significa el riesgo de sufrir lesiones o perder la vida. Ahora, el miedo se duplica con la aparición de la rapiña. Afectados relatan que es increíble la rapidez quen la que llegan. En ocasiones aún no se baja el polvo del accidente y ya hay decenas de personas sacando la mercancía.
Mientras los heridos esperan la llegada de los paramédicos y las grúas, los pobladores de comunidades cercanas a la carretera SLP-Matehuala aparecen, casi como un fantasma, para vaciar las cajas de los tráileres, perpetuando un delito que no solo causa pérdidas millonarias, sino que también refuerza la sensación de inseguridad y desamparo en una de las rutas de transporte más importantes del país.
Este delito no solo representa una pérdida económica para las empresas, que se calculan en millones de pesos anuales, sino que también pone en riesgo a los involucrados en el accidente. Los saqueadores, en su prisa por llevarse la mercancía, invaden la zona del siniestro, obstaculizando el trabajo de los cuerpos de emergencia y aumentando el peligro vial.
La rapiña en esta zona parece ser un problema que sobrepasa a las autoridades. El número de pobladores que se presenta en el lugar del accidente es tan grande que la policía no puede contenerlos. Este es un problema que no solo requiere mayor presencia de seguridad, sino también un esfuerzo coordinado para acabar con las causas de fondo que llevan a estas comunidades a cometer este tipo de delitos.





