Los trabajadores del área de recolección de residuos en Matehuala han alzado la voz contra Rigo Ovalle, supervisor de personal, a quien señalan de ser prepotente y hostigador. Esta situación, según denuncian, se extiende por todo el departamento de Servicios Públicos Primarios, donde aseguran que es encubierto por el director Fernando Sosa y por el alcalde Raúl Ortega.
Los empleados, que prefieren mantener el anonimato por miedo a represalias, pintan un cuadro desolador de su día a día. Afirman que Ovalle se aprovecha de cualquier mínimo detalle, por insignificante que sea, para arremeter contra ellos. Sus jornadas laborales se han transformado en una caminata por la cuerda floja, una constante fuente de miedo e inseguridad.
Más allá de la fracasada demanda por la falta de equipo adecuado para desempeñar sus labores, un reclamo que parece caer en oídos sordos, el principal temor ahora es el de perder su empleo. No es solo el sustento lo que les aterra. La angustia de dejar desamparadas a sus familias es un peso inmenso sobre sus hombros. Hay una profunda tristeza y un enojo palpable entre ellos porque, a pesar de sus incansables esfuerzos por mantener a Matehuala limpio, la verdadera suciedad y la inestabilidad, se encuentra en la reside en el trabajo directivo.
Con resignación, platican que ya no piden condiciones laborales dignas, solo que los dejen trabajar tranquilos. Así, cada día, los trabajadores de recolección hacen sus jornadas con el constante temor a que en un arranque de ira sin razón, y prepotencia de Rigo Ovalle, cumpla las amenazas de despido que constantemente lanza, presumiendo el poder que, según él, le otorgaron Fernando Sosa y el alcalde Raúl Ortega.
La polémica se agrava con la presunta contratación de Alfredo, un familiar de Rigo Ovalle, quien supuestamente ocupa el cargo de subdirector. Sin embargo, los trabajadores aseguran que Alfredo funciona como un «aviador», ya que nunca se le ve atendiendo los problemas del departamento y su contratación habría sido un pago de favor político.
Ante esta situación, los trabajadores han intentado hacer reclamos, pero lamentan que han sido en vano. Su lamento se vuelve sordo, pues no hay persona alguna que los escuche, supervisir, director y alcalde los han dejado abandonados y sumidos en un clima de tensión. No hay autoridad municipal alguna que los atienda, por lo que de no ceder las amenazas y humillaciones, estarán recibiendo asesoría de personal de la Comisión Estatal de Derechos Humanos y del gobierno del Estado para que Rigo, Fernando y Raúl les den un trato digno.