La tarde de este lunes 11 de noviembre, Matehuala rindió su más emotivo homenaje a Domingo «Mingo» Loera, el incansable pionero del ciclismo. En una escena nostálgica, familiares, amigos y miembros de la comunidad ciclista acompañaron el féretro en lo que fue su «última rodada» desde su emblemático Taller Loera hasta el Panteón Jardines de la Luz.
La procesión fúnebre avanzó por la histórica calle Hidalgo, el mismo camino que Mingo recorrió miles de veces a lo largo de su vida. Con el corazón en la mano, un numeroso contingente de ciclistas y allegados escoltó al maestro.
El llanto se mezcló con el recuerdo mientras el féretro era llevado al campo santo. Amigos y familiares avanzaron con sus velocímetros marcando los últimos metros del recorrido, honrando una vida dedicada por completo a la velocidad y la carretera.
Entre sollozos, se escuchaban risas que nacían al recordar alguna hazaña ciclista, un consejo sabio en el taller «Bicicletas Loera», o la sencillez que siempre lo caracterizó. Fue un llanto disfrazado de risas, un adiós que celebró el ímpetu y la resiliencia de un hombre que, hasta el final, fue sinónimo de vida activa y pasión.
Domingo Loera fue despedido con el cariño que forjó con su humildad y su amor por el deporte. Su taller ha quedado en silencio, pero su espíritu continuará rodando por las carreteras de Matehuala.
Descanse en paz, Mingo Loera.





